ÚLTIMO CONCIERTO DEL AÑO


Los instrumentos se afinaron  el pasado lunes treinta de diciembre en el Teatro Cervantes de Málaga para hacer que nuestros oídos se deleitaran  con la maravillosa interpretación de Carmina Burana de Carl Orff y la 9ª Sinfonía de Beethoven.

Por  Hannan Bousellam Heredia  2º BCH A (Cardenal Herrera Oria).

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(Foto con el italiano solista tenor que interpretó Carmina Burana)

El concierto comenzó como la mayoría de estos: afinando en un la 440 todos los instrumentos de la gran Orquesta Sinfónica Estatal Ucraniana.  Esta agrupación musical cuenta con unos 65 años de historia por los cuales han pasado prestigiosos concertistas y directores. Entre ellos cabe destacar a la joven directora sin batuta que puso el tempo el pasado lunes treinta: Natalia Ponomarchuk. Otra mujer a nombrar fue la directora del impresionante coro: Aneta Nikolaeva.

Natalia Ponomarchuk nació en Kiev en 1969 y desde niña se formó en el arte de la música, (que para los griegos era el bálsamo del alma), estudiando en dos de los más prestigiosos conservatorios de Ucrania: R. Glier Kiev y la Academia Nacional de Música P.Tchaikovsky. Su primera dirección tuvo lugar en el año 1996 con la Orquesta Sinfónica de la Radio Nacional de Ucrania. Cabe destacar su proclamación como ganadora en la competición internacional S. Prokofiev y S. Turchak así como su título de Artista Emérito de Ucrania a la “Mujer del Año” en 2001. Resulta difícil hablar sobre una artista de tal talla , es bastante complicado describir las sensaciones que  nos transmitía con sus gestos y forma de dirigir . Consiguió que la música llegara a tocarnos en lo más profundo de nosotros,  emocionando al público y consiguiendo esa grata melodía de aplausos y chiflidos que es para todo artista la mejor de las recompensas. Solo se puede decir que este gran concierto que despidió nuestro 2013 valía la pena vivirlo en directo y que por mucho que se escriba sobre él, en cierto modo, es inenarrable.

Ya mencionado el excelente repertorio de artistas que tomaron parte en el espectáculo, ahora toca intentar describir las obras de grandes músicos (ni más ni menos que Beethoven y Carl Orff) escogidas para hacer de esta representación musical una de las más impactantes.

La primera pieza fue,  por orden de aparición, la 9ª Sinfonía de Beethoven, conocida como “Coral” y de donde se sacó, gracias a un arreglo de Herbert von Karajan, el Himno de la Alegría (himno de la Unión Europea). Se puede decir que esta sinfonía es una obra totalmente universal y quizás un símbolo inamovible de la libertad. Aunque probablemente todos la hayamos escuchado alguna vez, como espectador y músico puedo decir que aquella noche se la redescubrió de una forma enérgica y absolutamente inspiradora que aparte de superar las expectativas, nos llevó más allá de la mera interpretación de una obra trascendental. Nos hizo sentir y eso fue maravilloso. Qué curiosa es la mente humana y qué relativo puede ser todo… algo que creías que no te iba a sorprender lo hace en el momento menos esperado.

La segunda obra fue Carmina Burana de Carl Orff, llamada así por la inclusión de algunos poemas medievales recopilados en el Carmina Burana cuyo significado es ‘Canciones de Beuren’. Su armonía es sencilla y un poco monótona pero el variado ritmo lo compensa. Uno de sus pasajes más conocidos es ‘O Fortuna’ donde se implora al devenir regido por la Fortuna. El coro estuvo majestuoso y el tempo escogido por la directora fue el ideal para que todos los vellos se nos pusieran de punta cual gato a la defensiva.

Con cada golpe de gong el cuerpo se estremecía, sintiendo cómo el corazón se aceleraba, la respiración cada vez se teñía ruidosa y cíclica y las pupilas se dilataban. Todo hasta tal punto que el público eufórico, el cual llenaba todas las butacas, se empezó a erguir suave y paulatino envolviendo con sus silbidos y aplausos a aquellos artistas que, aunque fuera por un instante, habían tocado nuestra alma.

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